La envidia: la trampa espiritual

La envidia es una gran trampa. La mayoría de las personas se centran en querer más dinero, posesiones, poder, éxito, prestigio... En esta sociedad se anteponen muchas cosas banales que solo causan desarmonía, confusión y conflicto. ¡Qué triste es ver y reconocer en los poros de la piel de muchos seres humanos este mal que les infecta a ellos y a su entorno!

Sin lugar a dudas, esta emoción negativa genera furia, cólera, resentimiento, indignación, hostilidad, pesimismo, etc. Lo peor, es que este tipo de seres son capaces de generar comentarios impropios, crear terceros partidos para separar a las personas, y sobre todo, orquestar acciones malignas para hacer daño a quien tanto envidian.

Algunos creen que existe un paso muy pequeño entre la envidia y la admiración, pero nos podríamos preguntar qué hay que hacer para que esto se dé. Incluso, otros muchos consideran que no hay peor sufrimiento para tus haters que tu propia superación y crecimiento personal. Esta es la mejor forma de dejar a tu enemigo sin armas para que se rinda y pierda el combate.


En muchas ocasiones, la envidia es la herencia de la propia familia o el entorno en el que los seres humanos se han rodeado. En otras ocasiones, es algo que va con uno mismo. Pero, no cabe la menor duda de que los complejos y las inseguridades se corrigen

Simplemente, cuando la persona acepta que tiene un problema y es capaz de interiorizar qué le hace sentir infeliz si no tiene lo que el resto, debería empezar a preocuparse por mejorar para evitar quedarse sola. Con el tiempo, suele ocurrir esto. Lo que menos queremos cada uno de nosotros es rodearnos de gente maligna y envidiosa. Normalmente, las personas con sentido común suelen alejarse de todo aquello y aquellos que los dañan.

Todos hemos sido víctimas, en algún momento, de este tipo de personas. Tanto en la misma familia, amigos o en el ambiente laboral nos hemos debido topar con situaciones que nos han molestado y dañado a causa de este mal, que va mucho más allá de unos simples celos. Por este motivo, evitar personas tóxicas que envenenan el ambiente es el mejor salvavidas para nuestra integridad emocional.


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